La Reconquista (III) Covadonga is not Spain
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La Cordillera Cantábrica, para aquellos que la hayan visitado alguna vez, suele ser un paraje encantador. Para el turismo sin duda, pero algo menos para la vida cotidiana si uno es mínimamente urbanita. Regiones abruptas y de economía pastoril, a comienzos del siglo VIII muchos de sus dispersos habitantes apenas habían aprendido a agruparse en una organización social más compleja que la tribal gentilicia, con alguna cosilla tomada de los romanos, y desconocían los placeres de las sociedades jerarquizadas, el urbanismo o los grandes señoríos agrícolas con sus villae rurales y sus relaciones de servidumbre. Un panorama bastante poco atractivo para los musulmanes, ya que no había una autoridad visible con quien pactar su dominio, además de tratarse de una zona geográficamente no muy agradable para ellos; encajada entre el Atlántico y las llanuras yermas y agrestes del valle del Duero, el clima húmedo de las montañas cantábricas no era muy del gusto de los invasores beréberes, que se conformaron con establecer algunas guarniciones al norte del río que de vez en cuando cobraban impuestos o repartían esporádicas collejas. Así, las crónicas musulmanas hablan de pasada de pequeños choques armados con grupos de habitantes de la zona, a los que ellos llaman “asnos salvajes”, entre ellos el de un tal Pelagius, formado por unos 30 guerreros, barbudo arriba, barbudo abajo.
Mientras tanto, hacia el Oriente, en los Pirineos se da un escenario que a simple vista puede parecer similar (zonas montañosas de población agropastoril a medio romanizar), pero que en realidad es algo distinto. En un primer momento, y tras el éxito arrollador de la conquista, los invasores nómadas tratarán de hacer lo que venían haciendo desde que salieron de la actual Arabia Saudí; continuar un poco más allá las campañas de saqueo. Los musulmanes, siempre en movimiento, lanzarán sus ataques a través de la cordillera pirenaica…para toparse con la superpotencia europea del momento: el Imperio Carolingio. La estrepitosa derrota de Poitiers en 732 marca el final de la expansión islámica; a partir de ese momento, los Pirineos se convierten en la zona de fricción de dos potencias mundiales. Empotrados entre carolingios y musulmanes, los habitantes de la zona pactarán o guerrearán con unos u otros a conveniencia para mantener un difícil equilibrio. Además, estamos hablando de zonas cercanas al valle del Ebro, que a diferencia del Duero, es una zona muy fértil y llenita de población hispanogoda. Allí la presencia islámica no será precisamente pequeña.
Después de la mentada castaña, recibida de manos de los francos, para los musulmanes se acabaron los gloriosos días de tropas nómadas en constante avance; se impone un cambio de política y toca arraigar definitivamente en la Península. Esto conlleva establecer una forma de gobierno medio coherente y proceder al reparto de las tierras, ahora ya sí para su explotación y no el simple cobro de un impuesto. Y como todo nacido en España sabe, los repartos de tierras siempre implican una buena ración de odios, cainismo, mala follá y unas cuantas raciones de tortas, y en eso los islámicos no son diferentes a otros seres humanos. Los listillos de los árabes procedieron a dejar a los beréberes (a quienes miraban por encima del hombro) las peores tierras, entre las que se encontraban las del valle del Duero; con una bajísima densidad de población, unas cuantas aldeas, las antiguas villae romanas desmanteladas y con apenas un par de “ciudades” de consideración (lo que se definía como ciudad en el siglo VIII era más o menos un grupo de 500 a 1000 habitantes viviendo en un recinto semiabandonado lleno de construcciones romanas en desuso que completaban con cabañas, huertos, pozos, ganado y la inevitable iglesia), aquello daba más pena que otra cosa. Así que enseguida estallaron las sublevaciones, y los beréberes desmantelaron las guarniciones y las abandonaron, bajando a Córdoba a protestar democráticamente espada en mano.
Esto lógicamente dio un respiro a nuestros amigos astures. Poquito a poco, algunos campesinos-pastores montañeses empezaron a asomar el morro fuera de las alturas, y pequeños grupos de población ocuparon zonas del valle del Duero abandonadas por Mohamed. Mientras tanto, en los Pirineos, el emperador Carlomagno decidió crear una zona tapón militarizada entre su reino y el Ebro, a cargo de condes designados por él, para evitar ver aparecer más cordobeses por sus tierras. Y así, de esta forma tan humilde y tan poco gloriosa, es como comienza la epopeya reconquistadora. ¿Y ya está? Pues sí, más o menos, aquí tendría que terminar el artículo y dejarles con un palmo de narices, pero seguro que a estas alturas se están haciendo un montón de preguntas. Por ejemplo, ¿qué pasa con esos miles de cristianos visigodos que, según nuestros profes del cole, corrieron a refugiarse en las montañas? ¿Y lo de la cueva de Covadonga, la Reconquista, el gran Pelayo y todo eso de la cruzada contra el infiel hasta arrojarlos al mar y en última instancia, la propia “idea de España”?

E quan nos alçamos el braço ansí, volivieron la espalda los moros e huyeron…
Pues sencillamente, que la mayor parte de todas esas creencias es falsa. Se trata de un mito puro y duro, fabricado a posteriori. La inmensa mayoría de los cristianos visigodos se quedó donde estaba, en el antiguo reino de Toledo y futuro Al Andalus. Tanto es así que la máxima autoridad eclesiástica siguió siendo el arzobispado de Toledo durante un par de siglos más. Nadie, excepto algunos personajes del bando nobiliario perdedor en las guerras internas visigodas o los que ya poseían condados en el Norte se refugió allí. El reino de Asturias, posteriormente reino de León, el nacimiento de la involuntaria “reconquista”, son productos fundamentalmente astures. Los condados de los valles pirenaicos no estaban pensados para expandirse hacia el sur; se trataba de zonas de control militar, en manos de condes francos o autóctonos. Sí, queridos, la responsabilidad de la primera expansión de los reinos cristianos del norte, de la España medieval, y de lo que vendría después, recae casi completamente en esos montañeses medio asilvestrados con exceso de vello y fuerte olor corporal. Muy probablemente, el legendario Pelayo no fue un noble visigodo, sino un pequeño caudillo cantábrico, y sus hombres ofrecieron la misma resistencia a las tropas musulmanas que sus antepasados habían ofrecido a las de Leovigildo.
Si se han recuperado mínimamente de la sorpresa (vale, me ha quedado un poco sobrado, pero como los futbolistas, a veces yo también me gusto, ¿qué pasa?), seguramente estén pensando que en ese caso…¿por qué ahora? ¿Qué es lo que hace que esta gente de las montañas, que durante siglos no ha bajado al valle más que a robar o saquear esporádicamente, se instale definitivamente en las zonas abandonadas por los invasores? Atención que aquí va un rollo socioeconómico de escuela marxistoide, pero imprescindible para entenderlo todo. En los capítulos anteriores he hablado de un proceso de prefeudalización, y ahora es el momento de explicar qué rayos significa esto de forma comprensible. Al colapsar el Imperio romano, y después, con la crisis del reino visigodo, el poder del Estado desaparece, dando paso a multitud de poderes y podercillos locales. Cada uno de éstos, ya sean duques (dux), condes (comes), magnates, obispos, clérigos, propietarios de tierras o bandas de matones con espada, tratarán de imponer su dominio a la masa de población rural que tienen a mano, siempre en la medida de sus posiblidades. Pero esta desarticulación del Estado no es sólo política, sino también económica y social: las ciudades pierden su papel recaudatorio y comercial, los circuitos internacionales de comercio de exportación desaparecen, y el modelo económico pasa a ser de tipo local y autárquico. Cada pequeña región produce lo necesario para vivir y punto. Así que estos personajes de mayor o menor importancia tratarán de erigirse en el mandamás de un territorio y controlar la producción de los campos, las aldeas, los rebaños, los hornos alfareros, herrerías o molinos de los alrededores. Hablando en plata, desde el siglo VI al IX aproximadamente, robarán, extorsionarán, amenazarán, intimidarán y agredirán a quien haga falta (generalmente, las masas de población rural) para dominar una zona concreta. Esto es, de forma resumida, lo que en finolis se llama “proceso de feudalización”. Que ya había comenzado por todo el reino de Toledo y si bien en buena parte del territorio se verá interrumpido por la imposición de un nuevo gran estado centralizador, el emirato de Córdoba, en el norte continuará como si tal cosa, eso sí, a menor escala. No en vano es la región menos “desarrollada”.
Porque en el fondo, los montañeses astures, cántabros o vascones no son los mismos que aquellos a los que Augusto procedió a hinchar a guantazos en el siglo I d. C. Muy lenta y superficialmente se han romanizado algo y han recibido también influencias germánicas, pocas, pero suficientes como para que sus poderes locales traten de abusar de ellos de forma similar al resto de la Península. Las humildes gentes que bajan a repoblar el valle lo hacen, por tanto, huyendo de la presión de los señores. Sólo así se explica que precisamente ahora se produzca este desplazamiento, y que haya grupos de personas que prefieran vivir en una zona potencialmente más peligrosa, al estar expuesta a razzias islámicas (o como las llaman los musulmanes, aceifas) que en la seguridad de las montañas. Obviamente, esta primera expansión, libre, espontánea y privada se ve seguida por una segunda; detrás de los campesinos y pastores vienen las elites del reino a proceder a su encuadramiento político-social y a tomar posesión oficial del territorio que cultivan sus súbditos. A ver si os pensábais que se iban a escapar tan fácilmente. En el Pirineo ocurre exactamente lo mismo, pero la expansión es más lenta y empieza más tarde, porque los montañeses y sus señores se encuentran las zonas del valle del Ebro densamente ocupadas.
Llegados a este punto, ¿cómo casamos ahora esta realidad tan sosainas con todo lo de antes sobre Covadonga, la Reconquista y bla bla bla? ¿De dónde sale? Pues básicamente, de una necesidad que a lo largo de los tiempos ha tenido cualquier elite, sobre todo las recién llegadas que se alzan con el poder en un momento dado: la de LEGITIMARSE. Una vez establecido el dominio sobre cualquier población, territorio o recursos, sobre todo si se ha hecho de manera poco ortodoxa (llámenle ilegal o irregular si quieren), como es el caso que nos ocupa, las clases dirigentes proceden a buscar la forma de otorgarse a sí mismas un presunto derecho a hacer lo que han hecho, que generalmente se ubica en un glorioso pasado. Esta mecánica se ha empleado desde siempre y aún se usa hoy día; las elites hispanoamericanas o los nacionalistas canarios que se proclaman descendientes de los guanches son ejemplos palmarios.
Pues esto funciona igual. La propia Asturias no había constituido reino hasta principios del siglo VIII; se considera a Pelayo el primer rey…¿de dónde sale su autoridad? Posiblemente fuese elegido por alguna asamblea de guerreros, al estilo germánico. O igual ni siquiera eso, igual alguno de sus sucesores, al proclamarse o ser proclamado rey, remontó a Pelayo el origen de la corona. Los flamantes reyes astures necesitaban legitimar esta “novedad” de alguna forma, esgrimir un motivo inapelable a los ojos de sus inferiores. Por supuesto, no toda la aristocracia aceptó este estado de cosas, y los primeros monarcas tuvieron que reducir a los rebeldes o a otros posibles candidatos a leche limpia. Pero la nobleza también necesitaba legitimar el robo generalizado que había cometido, encontrar su propia legalidad. Aceptar al rey y su derecho a serlo y a perpetuar a su estirpe en el poder, suponía legitimarse ellos mismos, y al contrario; el rey, reconociendo a la nobleza que le es fiel, le otorga legitimidad. El espaldarazo definitivo en este sentido lo darán, casi dos siglos después de la olvidadísima escaramuza de Covadonga, unos personajes absolutamente trascendentales. Les presento a los autores intelectuales del mondongo: los clérigos leoneses del siglo IX. Adelantémonos pues en el tiempo.

– ¿E si pusiéredes “Más luenga que la del buen rey Alfonso non la havía en todo el Reyno”? – Non vos pasedes, magestad
Córdoba, 850… Como ya vimos, los cristianos son tolerados en Al Andalus, pero hete aquí que el pujante desarrollo cultural árabe va a ir arrinconando la herencia hispanogoda; cada vez más cristianos adoptan el árabe, leen libros árabes y hasta se visten como ellos. Eulogio, un obispo predecesor de nuestro querido Fedeguico Jiménez Losantos, brama airado contra este estado de cosas, y llama a los cristianos a la desobediencia. Les anima a blasfemar en público contra Mahoma y Alá, lo que supone su automática condena a muerte: son los llamados mártires de Córdoba. El emir, espantado, reúne a los próceres de la Iglesia y les pide que ordenen a Eulogio que pare de hacer esa barbaridad. Éste se resiste a hacer caso al arzobispo de Toledo, así que el emir se enfada bastante y la cosa acaba con un buen puñado de ejecuciones (entre ellas la de Eulogio, pero a cambio hoy en día es santo) y la huida de los recalcitrantes a los reinos del Norte, donde se instalarán en la nueva capital astur, la ciudad de León. Bien por haberse rebelado contra el poder del emir, por sentir amenazado su modo de vida o porque no quieren pagar impuestos, los refugiados mozárabes abundarán por el reino durante el siglo IX, y entre ellos, los mencionados clérigos.
El prestigio de estos monjes leoneses es enorme, al fin y al cabo no son sólo eclesiásticos ilustrados, sino que ellos sí que descienden de los visigodos auténticos, y por tanto, pueden otorgar esa buscada legitimidad. Cosa que harán encantados a cambio de arrimar la cebolleta al poder; en esta época es cuando empiezan a aparecer las crónicas, como la Rotense o la Albeldense, donde se glosan las grandes victorias imaginarias, de los ahora sucesores de los visigodos. Pelayo pasa a ser un noble godo, Covadonga una gran batalla, se mencionan unas cuantas victorias más, directamente inventadas, apariciones de santos, providencias divinas… todas bien conocidas por quienes iban al cole durante la dictadura y tomadas como verdaderas sin discusión posible. La realidad es que hasta el siglo IX, y desde 718, supuesta fecha de la “batalla”, ninguna fuente cristiana habla de nada de esto y la única mención a Pelayo es musulmana. Por último, gracias a este pack de invenciones neovisigóticas, los reyes asturleoneses “heredarán” no sólo el derecho a gobernar lo que ya tienen, sino de rebote un etéreo y supuesto derecho y deber de expulsar a los musulmanes (recuerden, esos infieles sinvergüenzas que han echado a los monjes de Córdoba) de España.
¿Qué cosa es esto de España? ¿Es un pájaro, es un avión, es superman? ¿Existe desde siempre, como creían los historiadores con bigotillo falangista? Para desgracia de nacionalistas periféricos, que se cuidan muy mucho de enterrarlas, las menciones a “Espanna” o “las Espannas” no son raras en los textos medievales y se pueden rastrear hasta San Isidoro, obispo en el siglo VI. ¿Quiere decir esto que los antiguos ya “se sentían” españoles o que tenían en mente fundar una nación unificada llamada España? ¿Que los de la sotana y el alzacuellos estaban en lo cierto y España es una Unidad de Destino Universal? No, en absoluto. España existe, pero se trata, nada más y nada menos, que de otra idea de legitimidad, como vamos a ver.
Los visigodos ocuparon a lo largo del siglo V el territorio que el emperador romano Diocleciano englobó en la “diócesis de las Hispanias”, así en plural, porque incluía las provincias Bética, Tarraconense, Lusitania y (ojo) Tingitania. Es decir; toda la Península Ibérica y la actual Marruecos (vean cuán resistentes son estas ideas, que hasta el siglo XX se consideraba que era zona natural de expansión hispana). Pero esta ocupación no es completa; pasa más de un siglo hasta que Leovigildo tiene aproximadamente derrotados o sumisos a suevos, vascones, bizantinos, cordobeses y otros rebeldes. El rey necesita legitimar su derecho a someter toda la península a los visigodos (poder otorgado por los romanos), y por eso el título real lleva inherente un dominio sobre Hispania/Espanna, fabricado por “intelectuales del régimen” como Isidoro. Este es el derecho que hereda en el siglo IX el rey de Asturias, Alfonso III, concedido y consagrado por los monjes exiliados y que a lo largo de toda la Edad Media se irán pasando en cadena prácticamente todas las casas reales de todos los reinos peninsulares, por matrimonio o descendencia, para hacerlo valer cuando les rote, cuando puedan o cuando llegue el momento. Por ello en unos cuantos textos medievales no se les cae la cantinela de la boca; la “idea de España” representa ese hipotético derecho a dominar toda la Península, y resurge cada vez que parece que un poder está en disposición o en condiciones de imponerse por encima del resto (Sancho el Mayor, el intento fallido de matrimonio-unificación entre Alfonso y Urraca…). Finalmente, es la legitimidad abstracta que Isabel y Fernando harán valer cuando unifiquen en sus personas sus reinos, porque es algo que nadie está en condiciones de refutar (nadie de los que cuentan, es decir, nobleza e iglesia), que es lo bueno de las cosas abstractas.
Los condados pirenaicos en principio no necesitaban fabricarse una legitimidad, puesto que se la otorgaba el emperador carolingio, descendiente oficial y autorizado del Imperio romano (con una ISO-9000 concedida por el Papa), por lo que allí, el ideal neovisigótico no tuvo ninguna repercusión. Pero al irse el imperio carolingio a la porra, los condados irán por libre y en el caso catalán, tras la unificación en 1137 de Aragón y Cataluña, ahora ya hecha Principado, las casas reales y la nobleza se irán contagiando la cancioncilla y extendiendo su presunto derecho a conquistar tierras que sus tatarabuelos no habían olido en su puñetera vida. No es una casualidad que en el siglo XII aparezcan sospechosamente otras “Covadongas” en otros reinos, como San Juan de la Peña, relatos míticos calcados del asturiano y utilizados por la nobleza para imponer derechos adquiridos por su cara bonita (en el caso navarro, el derecho de los nobles a elegir rey) o lo que es lo mismo, por el poder de sus rentas y su ejército personal.
¿Cómo es que los de por ahí abajo no acaban con estos grupos de palurdos en cualquier momento, se preguntarán ustedes? ¿Qué impide a los musulmanes echar a estos tipos al mar? Básicamente, que están pasando muchas cosas y muy feas, que permiten dar un margen de movimiento a los cristianos, y que veremos en el próximo episodio, “Cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”. Sí, me ha quedado muy largo, pero la ocasión lo merecía, ¿no creen? Que no todos los días hablamos del “origen de España”, hombre.
La Reconquista (III) Covadonga is not Spain,
Ya comentaremos mas calmadamente algunas cosas, muy interesantes todas. Pero primero decirle que si va a usted a pisar “Asturias”, se ande con cuidado, que esa forma de hablar de Pelayo y “La Santina” no puede ser bueno. Yo que usted, pedia escolta oficial ya mismo. Lo que ha hecho es como ir a un chigre cualquiera de UvieU y decir que Fernandito Alonso es un paquete y un chulito (aunque en esto tambien tendria razon)
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Bueno, pues ya he leido con detenimiento los dos últimos artículos.
Tenía la idea de que la invasión musulmana fue fácil porque no hubo apenas resistencia, y también que la conversión masiva al islam fue voluntaria. También que no solo los moros deben ser considerados españoles por el tiempo que estuvieron en la península, sino porque la mayor parte de ellos eran hispanos de toda la vida. Se aplica aquella frase que recuerdo ahora de quién es, de dice “una civilización no es conquistada, hasta que se destruye a sí misma primero” Aún así se nota que es un episodio del que nos falta mucha información.
Luego lo de los astures (y supongo que también cántabros), que habían sido un pueblo indómito frente a romanos y a visigodos, siguiera sus tendencias de siempre en lugar de ser ninguna resistencia visigoda, tiene toda la lógica de su parte.
Pero luego fijate, que me has sorprendido. Me esperaba una negación total de la idea de España en la Edad Media, ahora resulta que sí la había. Yo tenía oído por ahí de reyes de Navarra que se autointitulaban “Rex Hispaniorum”, o de que el Alfonso del Cid fue llamado emperador de España, pero me pensaba que eran anécdotas o añadidos nacional-católicos.
Y ya me has acabado de hacer la picha un lío con que efectivamente si que tenían una “idea” de “recuperar” España de los musulmanes, cuando yo ya estaba de acuerdo en que una reconquista de ochocientos años es una parida.
Porque por mucha busqueda de legitimidad que hubiera detrás, en aquellos tiempos de crear mitos a creerselos solo había un paso, o una generación. Y las ideas a veces determinan más el actuar de los humanos que los hechos (no soy un buen ciudadano soviético, me temo). Y entonces habrá que ver cuantos países de Europa han surgido de una idea, algunos en fechas mucho más recientes.
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Por cierto y ya que estamos con la “idea”. Los reyes visigodos, ¿con que título reinaban?
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La idea existe, se puede rastrear en documentos de diferentes épocas, en títulos y cosas así. Esto no nos coloca ante un Destino en lo Universal, es simplemente arrogarse el derecho a dominar Hispania tal como habían hecho los romanos (que en esto de darse legitimidad son muy socorridos) o como había intentado Leovigildo. Incluso en lo que se refiere a la idea imperial, son hit-parades recurrentes; es Alfonso VII el que se proclama Emperador y se queda tan pancho. Este tipo de ideologías las crean las elites, por eso duran tanto tiempo, con la ventaja de que cuanto más antiguas, más prestigiosas.
Efectivamente una reconquista de 800 años es una parida, impensable. No hay una determinación de “arrojar al invasor”, de hecho durante muchos periodos las fronteras no se mueven, o los cristianos renuncian, ya sea por escasez demográfica o interés económico, a lanzarse contra el infiel a pesar de su superioridad militar. Lo que sí es cierto es que esta idea de “reconquistar” territorios al musulmán aparece intermitentemente, por ejemplo durante el siglo IX, los monjes estos leoneses se inventan una profecía por la que Hispania estará 170 años bajo el dominio del Maligno (el infiel). Calculando desde la invasión, casualmente era Alfonso III en quien recaía la tarea de echarlos. Después eso queda en nada, lógicamente, ya que Alfonso no tenía la capacidad ni los medios para expandirse más, era propaganda. Pero en el siglo XI, con el ideal de cruzada, y después en el XIII vuelve a aparecer la “idea”. Pero siempre se trata de una justificación ideológica de políticas expansivas que suelen encubrir otros motivos.
Ah, tirando de memoria, creo que los visigodos se nombraban “princeps” o “rex”, sea “rex gothorum” o “rex visigothorum”. Al caer Rodrigo, el campo estaba libre para que alguien se intitulase “princeps” o “rex”, seguramente el tal Pelayo. El problema es el mismo de siempre; no puedes coger el título por las buenas, simplemente porque queda vacante. Te has de sacar una legitimidad de la manga, o habrá quien te discuta.
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Como siempre, aprendiendo. Pero este es el momento de exigir el “qué hay de lo mío”, uséase, referencias a suevos y galaicos, que me temo que necesito una cura de historiografía localista.
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¿Qué quieres saber de los suevos, Lovelesss? Su “momento” es a mediados del siglo V, cuando el centro político visigodo es la Septimania y en Hispania sólo hay guarniciones militares. Asoman el morro fuera de la provincia Bracarense regularmente, pero su perdición es meterse en la política peninsular, sobre todo a partir de Vouillé y la instalación definitiva de los visigodos; apoyando a los rebeldes a Toledo, se llevan una buena ración de leches, hasta que Leovigildo va, ve y vence. Depone la los reyes suevos y coloca un dux, en la provincia de Gallaecia. Aunque el asunto de las provincias visigodas es tan, pero tan difuso…con decirle que la Cantabria visigoda está en la actual Rioja…
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Lo que no entiendo es por qué llevas a Alejandro y no a Él de avatar, por cierto.
A lo que iba: San Juan de la Peña no es batalla mítica, ojo -que yo recuerde-. Se supone que se reunieron allí para elegir adalid y entonces apareció un árbol en llamas para decir que Dios apoyaba la idea (conjunta a, sí, claro, seguir pegando hostias y fogueando hacia el Sur). Una cruz en llamas, de hecho, sobre el árbol, Sobre arbore -algo así, también, hablo de memorias-, Sobrarbre.
No se le puede dejar la yesca para jugar al crío de Adolphus mientras hablamos, que te la lía.
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¿Supra arbore?
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Mierda: Sobrarbe.
(No se tome como ataque a los de Huesca, que empezamos con lo de cheposos y ya se sabe).
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Dani, San Juan de la Peña es un émulo clarísimo del mito de Covadonga. Lugar “sagrado”, refugio de caballeros “visigodos”, símbolo de resistencia al invasor + legitimación de la nobleza/elite/realeza. El cuadro completo.
En Navarra hay otro mito paralelo, pero ahora de memoria no recuerdo cuál es el lugar exacto de esta otra “Covadonga”, sólo recuerdo que los nobles navarros la esgrimieron en las narices de Teobaldo de Champaña para recordarle su derecho a elegir rey (es que no me gusta tirar de Google, lo puede hacer cualquiera).
Y estos aparecen hacia el siglo XI-XII. Esto lo que indica es que son parte de una ideología justificada mediante el mito, pero posterior a 718, evidentemente. Se trata de explotar una fórmula de éxito aceptada por todas las elites hispanas.
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Un matiz, ahora que releo mi comentario sobre las provincias visigodas. Efectivamente, los astures del siglo VIII no son los del I d. C. El componente tribal se ha diluido; las crónicas llaman “astures” a los habitantes de la Asturiense. Los romanos y su manía de administrar por parcelas de territorio.
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La cosa es que no recuerdo (que puede ser, no tengo yo eso muy fresco) que fuera núcleo de resistencia de nada, sino de votación y gracias. Igual por el lado simbólico sirve también…
… y por simbólico, nada mejor que recordar que lo de la cruz de fuego podrían haberlo tomado como profecía, que cada dos por tres había que reconstruir el monasterio porque se pegaba ídem.
Igual que es que el chaval de Adolphus se quedó a estudiar y se aburría.
Pero ello, que no es igual que Covadonga, ya que no hay batalla épica, principio de resistencia y tal. Eran unos demócratas y se planteaban exportar la democracia a yoyas, como está mandado. Unos visionarios.
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Ah, y el árbol era una carrasca.
Qué bonita serenata.
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Dani, que me repito. Es una “Covadonga” en tanto que cumple la intención con la que se fragua el mito: uno, entroncar con los visigodos o la época de la invasión, dos, justificación divina (siempre se requiere una aparición de santos, milagros y cosas así). Claro que hay principio de resistencia, en tanto que según el mito, los notables de la región son depositarios de una misión sagrada: expandir el reino a hostias, porque dios lo quiere y porque ellos son los que mandan, sin discusión posible. Sobre lo que tienen y sobre lo que puedan obtener.
Además, fíjate en la importancia política del asunto; se reúnen para elegir adalid. Mensaje que se envía: “Dios autoriza a la nobleza del reino a elegir rex, tal como hacían los visigodos (germanos). Siempre fue así y así seguirá siendo.” Si es que hasta se lo ponen en la cara a Pedro el Grande en 1283, los muy cabezones.
Es el mismo mito, medie batalla o no. En el caso asturiano se elige la legitimidad por vía militar, más que por asamblea de notables, seguramente porque el primer princeps o rex de Asturias debió necesitar imponerse por las armas. Y porque los musulmanes no se paseaban por allí como Pedro por su casa, claro. De hecho, tanto aragoneses como navarros pactan sin complejos con Córdoba, así que…
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y que sepan ustes que segun los histeriadores – si, histeriadores – que se estan inventado el Reino Du Llïoun a marchas forzadas, lo de Covadonga es una chorrada, ya que: es mentira, no sucedió en Asturias, y sucedió en León (perdón Llïoun, es que aun no me he aprendido la ultima versión del nombre) y además, sucedión en dos sitios distintos, uno y otro claramente demostrados por la falta de pruebas del lugar contrario: Las hoces de Valporquero y Valdeteja (más o menos próximas) y la zona de Valdeón, por lo tanto, sea donde sea, Pelayo es Llïunes de pura cepa.
Si es que este lugar es un sitio privilegiado para la historia, más que nada por ver la competición que hay montada entre los Llïonesistas a ver quien dice la sandez más grande si sonrojarse…
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Ya, bueno, me refería a que cambia lo de la batalla, que el simbolismo ya había aceptado que era el mismo.
Lolo: Don Pelayo debe de ser familia del chicloso de los Cuatro Fantásticos, porque en Cantabria se dice también es cántabro, cántabro, y nada más. Demos gracias al nacionalismo vasco por no pretender el mito, porque en cuatro días empezamos con que si es de Gerona y…
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Lolo, no me jodas, ¿ según esos prohombres del leonesismo la cueva de Covagonda sería la de Valporquero esa de las estalactitas raras?
Como Pucelano que soy, no puedo más que sentir rendida admiración por el leonesismo. Por la parte de atrás de nuestra facultad de empresariales hay una pintada que reza “Pais Lliones”, ahi, ahi, desafiando al invasor en su propia casa.
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Ay, no sé si quiero asomarme a ese mundo paralelo.
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No, no, la cueva no. Dicen que hecho “histerico” de la nobleza subida a las peñas arrojando piedras sobre el infiel moro, ayudados por la Virgen Maria en persona (y por la gravedad, supongo) sucedió en las Hoces, – la garganta de acceso al valle… y desde donde se sube a la cueva, vamos, más probablemente segun ellos, en las de Nocedo que en las de Valporquero… o en Valdeon (onde la ruta del Cares). Pero en León, fijo.
En todos estos sitios hay cuevas (no tan asi como las de Valporquero, entiendame usted) donde guardarse el ganado, los pastores, los maquis, los osos y por qué no, la noblema visigoda heredera legitima del asunto España S.A. (como ya nos ha contado Agarkala)
Deduzco por su pintada que es reciente (de los ultimos años), ya que el la Capital del Reino ha habido una evolucion de León a Leun, LLeon, LLeun, Lleoun, Lïoun, Llïon… a la par de la inventiva del idioma que se estan fabricando.
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En el próximo episodio abundaré en estas cosas tan importantes y milagrosas que se encuentran dentro de las cuevas o se las tropieza el obispo mientras pasea casualmente, como el Santo Sepulcro de Sant Yago Apóstol…
El aldeanismo mimético es una especie de réplica de los terremotos; copia hasta el último punto del programa del nacionalismo clásico, sin darse cuenta de que si aquél ya parece fuera de lugar, época y contexto, éste es sencillamente ridículo.
Además, ¿para qué? ¿Alguien cree en serio que León vaya a ser de nuevo centro de importancia de algo, sea con o sin idioma inventado, reivindicación boinera o lo que se tercie?Pobre historia, tan maltratadita ella…
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Ah, y también veremos más adelante cómo Pucela es un enclave mesetario del catalanismo, así que los Lliuneses estos igual no andan tan desencaminados, sacudiéndose el yugo urgelitano.
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Yo recomiendo a cualquiera un viaje de pintadas de Este a Oeste. Desde Catalonia, para qué seguir con ella, Aragón ye nazión, Castilla comunera, Rioja no sé qué, Burgos capital de Castilla, León independiente, Bierzo Ceibe para joder a los anteriores… y ya sería llegar a Galicia para completar el mapa del surrealismo hispánico.
No, en serio, se podría abrir una web de viajes con esto.
También hay muchísimos puticlubs, pero en esto Castilla se lleva la palma.
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En el fondo creo que se trata de una redefinición en clave de solidaridad aldeana de la típica tendencia anarcoesquizofrénica del campo español.
Y en el tema puticlubs, amigo Dan, creo que la palma se la llevan los reinos costeros de la Corona de Aragón, subsección alicantina.
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Cuando lleguemos a la fase del reino de Castilla ya hablaremos del nacionalismo castellano. De momento para los que no se hayan enterado, la verdadera cabeza de lista de Iniciativa Internacionalista, no era Alfonso Sastre, que estaba muy viejo para ser eurodiputado, sino Doris Benegas, una vasca que en los setenta se vino a Valladolid a estudiar derecho… y acabó de líder nacionalista, para demostrar que los de Bilbao nacen donde les sale de los cojones, pero al revés.
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Por Alicante no he viajado, de momento. Sí que es cierto que los dos de tal procedencia de la mili nada más llegar ya se interesaban por el tema, pero creía que era casualidad.
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Gran articulo, cada vez me gusta mas tu blog, espero con paciencia la proxima entrada
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Aparte de entretenerme un rato – lo de León ya es la ostia, la guardia sivil mora repelida en un barranco que no lleva a nin guna parte…- has introducido una duda muy dubitativa en mis convicciones ¿La meseta del Duero , aspera y pobre? ¿No es donde está la Tierra de Campos, granero de Castilla. Después de haber vivido en Mañilandia, hay que estar muy fumado ( o ser maño, co) para preferir el Valle del Ebro a Castilla.
Las referencias historicas e histericas que tengo es que el valle del Duero era “talado” periodicamente por unos y por otros, arramblando con todo lo que había a mano, para crear una tierra de nadie intermedia, ora para poder hacerle la guerrilla al musulman cuando subía, ora para que pasaran un poco de hambre los cristianos cuando bajaban. Asi hasta que lo despoblaron y solo empezó a recolonizarse después de que Santiago de dejara ver y hubiera un exceso de población en la Francia de los francos, que prefirieron bajarse al moro y arriesgarse a intercambios multiculturales con gentes mediterraneas que continuar disfrutando del refinado feudalismo de Pirineos arriba.
Un saludo, sigue así..
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Bueno, por aquel entonces, los Monegros, de ahí el nombre, eran todo bosque. En un valle fértil con un gran río. Extrapola. Que les gustase a romanos, árabes, todos los que sabían algo de irrigación y sacar peras de olmos te debería dar una pista, hombre.
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Los Monegros eran un sabinar. La sabina es un arbol durisimo, siempre verde y que no crece una mierda. Una vez se talan las sabinas – que siguen ahi- queda un puro y recalentado desierto (helado cuatro meses, infernal otros cuatro y el resto , depende ) recubierto de matojos de sabina.Dentro de trescientos ó cuatrocientos años, Monegros otra vez.
La meseta del Duero era ese sitio donde había unas seudociudades que se las tuvieron con las legiones romanas durante un tiempo y a donde las tribus de astures, cantabros, vascones y demás bajaban a saquear después de las cosechas. Los toros , Numancia y esas cosas. Vamos , que demograficamente aun podían mantener a gente con sificiente holgura como para tener guerreros a tiempo completo.
Cruzo bastantes veces Castilla y he vivido en Aragón- hasta he estado en San Juan de la Peña y Loarre, no te digo- y Castilla da mucho más de si. Zaragoza ha vivido del Ebro, de ser un lugar obligado de paso y de sus romanas murallas. Ya llegaremos a la peste negra, pero me da que el aspero valle del Duero mantuvo a más gente que el florido y estrecho valle del Ebro.
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Lugar obligado de paso, ahí le has dado. Lo dejas caer como si fuera una minucia, pero pregunta en Constantinopla si mola eso o no. Roma rulest, Augusto Imperator, Magnus est.
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Pero la obligación de paso da para portazgos, para comercio, para abastecer tropas, para mantener una población bien abrigadita detras de unas murallas, no para despachar al Valle del Duero como aspero, agreste y despoblado porque sí y quedarse tan ancho.
Danuto ¿No serás maño? Comparar Contantinopla, puerta de dos continentes y dos mares con Saracusta parece un poco exagerado. Tarifa sería la leche, pués..
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Eh… bueno, sí, soy maño, qué pasa. Y en el destierro, que despierta el nacionalismo por morriña 😉
El que ha despachado al valle del Duero ha sido el Autor, que yo sólo he venido a hacer chovinismo barato, además.
Y lo de Constantinopla… es cuestión de perspectiva, proporciones y un morro que ni Almanzor.
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Embestigando por ahí, parece que post-Pelayo y pre-Almanzor, el Duero tuvo una sequía pertinaz y judeomasonica, aparte de un frio de la muerte,llegando a secarse y cargandose las posibilidades de una agricultura y ganadería organizada. Todo ello dentro de un enfriamiento general ocurrido entre los siglos III y X.
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Queda feísimo decir que venía a contar algo parecido, porque parece una de esas profecías de la Biblia que se cumplen a toro pasado, pero sí, el Valle del Duero era un erial demográfico y agrícola. Desde el siglo III se van desmantelando las villae, las ciudades no acaban de cuajar, el panorama es de aldeas dispersas en altura y la población escasa. El valle del Ebro y el del Guadaquivir por el contrario, están densamente poblados.
Ya veremos en próximos episodios cómo los musulmanes y los cristianos evitan la zona durante sus campañas porque allí no hay nada para abastecerse.
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A propósito del título del post.
He tenido la suerte de viajar durante varios años a Asturias, de trabajar con esas gentes y de disfrutar de ese entorno.
Hay una frase que citan mucho los asturianos que dice: “Asturias ye España y lo demás tierra conquistada”.
Covadonga es la cuna de Asturias.
Saludos.
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Sí, tenía oída la frase…bueno, ya habrás notado que los títulos de los posts y los pies de foto son bastante informales, en el fondo no son más que bromas tontas.
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¡ Joder tío que rapidez!.
Recuerdo que les molestaba mucho a los asturianos este tema de la españolidad, sobre todo a raíz de títulos semejantes al tuyo.
En cuanto al tema histórico, aunque la historia es susceptible a diversas interpretaciones, en general está muy bien, por lo poco que he visto.
Saludos.
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Sobrebio, Agarkala, no lo había leído hasta ahora.
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